Hoy, 16 de octubre, se celebra el Día Nacional de la Persona con Discapacidad en Perú, un día que nos invita no solo a reflexionar sobre la discapacidad, sino a cuestionarnos las acciones que realmente hacemos para promover la inclusión. Con frecuencia olvidamos que la verdadera inclusión es el camino hacia oportunidades equitativas para todos.
En Hoppnic, estamos comprometidos con esta visión inclusiva, y uno de los ejemplos más claros es nuestro trabajo en el desarrollo de tecnologías de apoyo, específicamente en el campo de las prótesis de brazo. La evolución de esta tecnología es lo que podría llamarse una “carrera lenta pero prometedora hacia el futuro”.

Un vistazo a la historia de las prótesis de brazo
La historia de las prótesis de brazo tiene raíces muy antiguas. Se cree que la primera prótesis de este tipo apareció alrededor del año 218 a.C., cuando el general romano Marco Sergio Silo utilizó una prótesis de hierro para sostener su escudo en batalla. A partir de ahí, las primeras prótesis de mano, hechas de hierro o madera, comenzaron a desarrollarse.
Ya en el año 1400, encontramos la famosa "Mano de Alt-Ruppin", una prótesis de hierro con un pulgar rígido y dedos flexibles que se fijaban mediante un mecanismo de trinquete. Más tarde, en 1530, el cirujano francés Ambroise Paré diseñó múltiples prótesis durante la Guerra Civil Estadounidense, con el objetivo de que los soldados pudieran seguir combatiendo.


Avanzando en la historia, en 1912, David Dorrance en Estados Unidos desarrolló el “Hook”, una terminal en forma de gancho que permitía la apertura activa mediante el movimiento de la escápula, cerrándose pasivamente con un tirante de goma. Posteriormente, en 1946, se crearon sistemas que activaban las prótesis de manera neumática o eléctrica. En 1960, llegó la revolución con la primera prótesis mioeléctrica, controlada por la contracción muscular mediante electromiografía (EMG).


La revolución de la impresión 3D
Sin embargo, fue alrededor de 2012 cuando un cambio significativo comenzó a tomar forma. Fabricantes y entusiastas de la impresión 3D empezaron a desarrollar prótesis más livianas, accesibles y personalizables. Durante la última década, esta tecnología ha permitido la aparición de nuevos modelos y ha motivado a grandes fabricantes a sumarse a la mejora continua en este campo.

El desafío de la accesibilidad
A pesar de estos avances, la gran pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué tan accesible es esta tecnología para quienes más la necesitan? Aunque el desarrollo de soluciones más asequibles comenzó en 2012, aún queda mucho por hacer para que las personas con discapacidad puedan acceder fácilmente a estas innovaciones.
Durante décadas, muchas personas han dependido de tecnología protésica desarrollada en 1946. Imaginemos usar un teléfono, una televisión o una computadora de esa época hoy en día; sería prácticamente impensable. Sin embargo, esa ha sido la realidad para quienes han utilizado tecnología biónica hasta tiempos recientes.
Hoy, la esperanza está en que la tecnología en este campo evoluciona constantemente, pero el reto que enfrentamos es claro: ¿Cómo podemos hacer que esta tecnología sea cada vez más accesible y equitativa para quienes la necesitan?
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